Sigfrido Gámez Ibarra
Cuando cae a cántaros la noche
que los truenos rasgan con su luz,
la razón se oculta por momentos
y se escapa a sembrar otra cruz.
Unos pies al lado del fogón,
nahual, nahual
siete veces tiene que rogar,
nahual, nahual
resplandece la sombra de un ave,
nahual, nahual
con la llama el vuelo iniciará.
A dar un mensaje un cuervo vuela,
¡huyan! sus dos lenguas graznarán,
Madre, hija, abuela, les avisa,
pronto gran peligro correrán.
Hombres sin sombra que siembran muerte,
nahual, nahual
a cortar sus flores marchan ya,
nahual, nahual
ocultense ustedes y mi gente,
nahual, nahual
el nahual de ellos se encargará.
De esos que desprecian a la tierra,
hombre-cuervo está por emboscar,
abre ya las puertas del ensueño,
una pesadilla va a gestar.
Encandila y pierden su camino,
nahual, nahual
los envuelven ira y confusión,
nahual, nahual
sustituyen los rostros amigos,
nahual, nahual
fieras con hambre de corazón.
Hombre que en cenizas se despierta,
hoy su pueblo pudo resguardar,
sol que seca el agua de las armas,
armas hechas para conquistar.
Vida le dió luz a los nahuales,
nahual, nahual
pero hay quienes pierden esa luz,
nahual, nahual
hombres que los sueños vuelven vidas,
nahual, nahual
o que quitan vidas al soñar.
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